Esta noche fui testigo del paulatino nacimiento de la luna.
Cuando llegué el muelle estaba casi vacío, el guardia de la noche acababa de relevar a uno de sus compañeros,una pareja (bastante dispareja) se tomaba de la mano, de la cintura, de los hombros, se ataban y desataban a diestra y siniestra como en un interminable juego de twister.
En el horizonte se empezaba a dibujar su silueta detrás de una espumosa nube, los destellos naranjas comenzaban a asomarse, Cozumel brillaba y se veía enorme, majestuoso, coronado por tan fulgurosa joya sobre las cálidas aguas del Caribe, ahí mismo el océano reía, iba y venía al ritmo de semejante melodía juguetona, sonreía grande...
Justo por encima de mi cabeza estaban todas ellas agrupadas sin sentido, inequitativamente, guardando sólo la relación que desde siempre la humanidad ha decretado para ellas. Algunas nubes se cuelan entre ellas, flotan, cómodamente deambulan entre la estrellada muchedumbre y se deslizan sobre un fondo marino oscuro constrastado con el resplandor rosado que empezaba a teñirse sobre el horizonte. Por un momento la arena a mi alrededor me pareció infinita, disponible, toda ella a mi alcance, toda ella con caminos diferentes, con posibilidad infinitas, deseé ser asi.
En un momento cósmicamente apalabrado, del reproductor emana la gran canción de los Cadillacs, la tarareo contenta, hago un leve check out por la galaxia, respiro profundo y regreso al muelle, frente a mis ojos: redonda, brillante, perfecta, como una fruta en el punto exacto de maduración, dan ganas de estirar el brazo, alzar los talones y sentir que saltamos tan alto que logramos robarnos un pedazo que inmediatamente llevamos a la boca para saborear su dulzura, su amargura, su luz.
Bendito viento que me llevaste al este, bendito seas por permitirme y alentarme a seguir a la luna...
2 comentarios:
Caramba, qué linda descripción del momento. Playa, nubes, luna y Cadillacs... increíble.
muy buena cancion para un magico momento
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