el techo se desplomó
las paredes empezaron a cuartearse
el piso osciló de tal manera
que caí irremediablemente.
Ni las estrellas, ni la luna,
eternas compañeras,
pudieron ayudarme hoy.
Hoy que el cielo se cayó
y la tierra retumbó.
Hoy que mis entrañas
decidieron explotar
y colapsar todo cuanto estaba a su alrededor.
El tiempo ha seguido su curso,
avanzó,
y todavía no logro
juntar los pedazos que salieron volando.
Aún sigo buscándolos.
Entre chés,
baguettes y
una copa de tinto frente a mi
sólo pienso que no pienso más,
sólo siento que dejé de sentir.
De las fauces de la tierra
habrá que emerger,
trayendo consigo
3 litros de lava ardiente,
2 piedras preciosas
y una cubeta de petróleo;
provisiones necesarias para empezar a edificar de nuevo.
Al salir abrir los brazos,
extenderlos,
que toquen el cielo
(aunque sea de puntitas)
estirarse hasta tomar el tamaño original,
y gritar muy fuerte:
ESTOY AQUI!
Hoy,
que ni yo misma
puedo ver mi reflejo en el espejo
es momento de hablar,
de ser estruendosa,
de que mi voz se escuche
hasta donde el sonido lo permita.
Hoy,
es tiempo
de Ser,
de Estar,
de Elegir.
Malditos chés de puta madre...
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Siempre hay que traer algo donde escribir, algo donde plasmar qué tan mala es la comida, qué bien huele el chico de al lado o por lo menos para enlistar los posibles nombres de mis futuros hijos. Las ideas están todo el tiempo dentro de nostros, pocas veces tenemos la oportunidad de plasmarlas.
¿Plasmarlas? ¿Para qué?
Uno nunca sabe cuando necesitará recordarse a sí mismo donde no ir a comer, junto a quien sentarse en el bus o simplemente si se tiene planeado tener hijos.
Escribir es mi pasión.
Escribir a veces me ayuda a mantenerme viva.
Escribir es la mejor manera de no cometer los mismos errores.
Escribir es capturar los sueños y empezarlos a realizar...
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